Enero, febrero, marzo, abril, cuatro, diez, cinco, siete, diecisiete, dieciocho, veinte, doce, dulce, duende, asqueroso indigente...
Esa familiar sensación de estremecimiento,
las manos tensas,
pupilas dilatadas y la sangre hirviendo,
pareciera que lo logras sin esfuerzo,
quiero pensar que eso quieres que piense.
Que no te importa,
que no recuerdas,
que ya olvidaste que fui yo la que mantenía despierta
tanta pasión que recorría el alma,
junto a tus manos cuando recorrían la curva de mi espalda.
En cada beso tres mil palabras,
en cada palabra ni la mitad de una.
Jugaban conmigo
tú y tu mirada,
ya bizca de lo rápido que se apartaba.
Arrepentimiento,
sensación extraña,
a mi entender inexplorada,
vino contigo de la mano en un paquete de oferta,
no se aceptan devoluciones,
no hay lugar a reclamos ni quejas.
Pseudo alucinógeno,
te veía y te seguía a todas partes,
en cada esquina, salón, pasto, venado...
De repente te habías multiplicado,
ya no eras uno sino cuatro
y cada día aparecía uno más.
Universidad es testigo elocuente
de mi locura cada día creciente,
cada vez más obsesiva,
cada vez más compulsiva,
de instintos asesinos y de sonrisa sincera,
como ninguna te hubiesen dado,
como la que perdiste cuando te fuiste.
Droga inconstante,
efecto alarmante,
sobre mí derramabas felicidad edulcorante,
de la más peligrosa que existe,
de esa que no olvidas
por más que uno trate,
de esa a la que el subconciente te amarra eternamente.
Pegado a la lengua tengo tu nombre,
tu talla, tu peso, tu sabor y tu perfume,
unos cabellos que una vez corté y hoy guardo bajo llave,
fotos, uñas y residuos de tu hombría.
Basura,
despierta tantas noches,
dando vueltas en la cama donde ahora no te encuentras,
renegando con la almohada,
refugiándote en mis penas
¿ahora ves estas arrugas?
sí, estas de mi cara,
pues tú eres el causante,
casanova errante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario