La misma sonrisa.
La misma mirada.
Aquellas palabras que te cuestan pronunciar.
El deseo que corroe cada célula de mi cuerpo,
cada fragmento de mi alma que me obligo a controlar.
No puedo.
Me puedes.
Camino y camino,
tratando de avanzar y no mirar atrás,
tratando de ser fuerte, rebelde y liberal,
dejando de lado la vida que yo quise un día vivir
la vida que arrebataste cuando te alejaste de mí,
sin embargo cuando veo
sigo parada en el mismo lugar,
aquella vieja esquina donde solíamos conversar.
No avanzo,
me detienes,
me contienes,
deberías hacerlo un poco más...
Me remuerde la (in)conciencia
recordar tanta dicha,
la luz entrando por la ventana de aquella verde habitación,
horas de risa
y tu camisa.
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