Tarde de humo y risa.
Traficando inhalaciones de placer,
cosquillas y sonrisas adormecidas,
creo que debo comenzar por defogar
tremendo muladar de sensaciones adquiridas.
Sentada en el limbo del pensamiento
al sonido del mar y las hojas
existente sólo en mi mente
recordando una a una las historias
que tuvimos ambos solos en la tercera esquina de la gloria.
Caminando de la mano
entre árboles frondosos
naturaleza y piel traman nuestra historia,
la manipulan a su antojo.
Explorando sentimientos antes nunca conocidos,
los cuales tengo hoy por bien sabidos,
veo desde aquí tu espalda,
cubierta por negras ropas,
segunda piel que también me encanta.
Veo tu perfil triunfante,
me encanta tu nariz,
el marrón de tu cabello
y esos ojos pasajeros de un viaje a la diversión,
esos dientes tan perfectos,
ya hasta me aprendí tu olor.
El otro habla tonterías
de unos cuantos protestantes
en empresas tan sombrías
como este caminante,
no creo que nada en este salón pueda arruinar
este momento tan reconfortante.
A mí no me importa nada,
nada puede molestarme,
mientras tenga tu mirada
y mi mirada esté pegada
a la curva de tu espalda.
Dame esa coca cola,
la que bebes tan despacio,
mientras sacas tu cuaderno y pretendes tomar nota,
ya no pueden engañarnos,
nuestro tiempo es ahora.
Yo te puedo asegurar que no te arrepentirás por perder esta media hora.
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