martes, 14 de diciembre de 2010

Brisa

Yo soy libre.
Tan libre como pueda creer alguien
que vive engañado en una idea de libertad falaz.
Sentada en un peldaño
de la escalera de mi vida
trato de imaginar, sí, la forma más rápida,
segura de escalar.
Saltarme varios pasos,
años de novelas fragmentadas,
apúrate que no llegas,
apúrate que te gana.
Mi héroe es imperfecto sí,
pero a mí me encanta.
Trágicamente vinculados
en tormentosas vivencias,
entre besos a ojos cerrados,
respiraciones aceleradas y apasionadas se desmadran
entre sudor y algunas lágrimas;
pero siempre teniendo en cuenta que,
después de todo,
aquí no pasó nada.
Silencio, porque nos descubren.
Silencio, para que me entiendas.
El silencio que evoco es el secreto de la vida eterna.
El todo y la nada
que invaden la vida mía a cada momento,
llenándola, desbordándola de ti y de mí,
juntos.
Respiro y siento que vivo aquí dentro.
Soy libre pues, dentro de mi celda encarcelada.
La novela de mi vida
que no está restringida ya por nada.

De lo vivido.

Por la vida que vivía allá arriba,
cuando dormía apaciblemente,
apaciblemente dormida entre nubes,
suaves, esponjosas,
que acallaban las penas gloriosas
de aquel mundo que tuvimos
y que se tuvo que ir.
Por el mar que se asoma,
dando el viento a las olas,
incansablemente,
como hacíamos ambos
en días, tardes y noches de verano,
un verano tremendo,
vivido plenamente.
Por la vez de la risa,
y las millones del semblante fruncido,
de los árboles caídos
y las hojas sin nido,
nuestra casa se agita con el pasar del tiempo,
por aquellos momentos que siempre hicimos nuestros,
por aquellos yo escribo,
para recordar el camino que hoy dejo
pero que algún día retomaré.
Desordenado,
destartalado,
amoratado,
enamorado.
Lo dejo hoy a plenitud,
retorna el pasado y el presente,
el presente retornará a futuro,
entre aquellos muros tan apretados,
que sirvieron de consuelo a los impulsos más descabellados
de dos vidas diferentes,
que una vez decidieron vivir juntas,
de manera permanente.
Yo no sé cómo despertaré mañana,
quizás con otro amor,
quizás en otra cama.
Sí, probablemente,
pero de la vida uno aprende,
y yo,
yo recién he comenzado.

Sueño de una Noche de Primavera.

Caigo.
Sin limitaciones e irreversiblemente.
Teniendo todo en contra aunque disfrazado de buenaventura esté.
No sé si sucedió ayer,
o Dios sabe cuándo.
Sé sí que merece una actuación pronta,
libre de miedo,
llena de lucidez,
aunque de aquella yo carezco.
Decide si no sabes,
si te quieres quedar aquí,
entre espinas que corrompen tu piel;
o si quieres marchar y explorar,
explotar nuevos senderos,
nuevas curvas por las que tus ásperas manos hayan de pronto pasar.
Entiende.
Entiende que esto no es egoísmo por aunque sea una vez,
entiende que si lo hago y lo digo
es porque lo siento y lo vivo.
Descubre.
Descubre aromas nuevos,
descubre piel, caricias sinceras,
que te merezcan de verdad.
Aprende.
Aprende a no contentarte con sólo imitaciones de migajas de cariño,
porque cariño,
cariño tú te mereces mucho más.

Tan llena de luz y sumida en la sombra.
Una pena, la verdad.