Yo soy libre.
Tan libre como pueda creer alguien
que vive engañado en una idea de libertad falaz.
Sentada en un peldaño
de la escalera de mi vida
trato de imaginar, sí, la forma más rápida,
segura de escalar.
Saltarme varios pasos,
años de novelas fragmentadas,
apúrate que no llegas,
apúrate que te gana.
Mi héroe es imperfecto sí,
pero a mí me encanta.
Trágicamente vinculados
en tormentosas vivencias,
entre besos a ojos cerrados,
respiraciones aceleradas y apasionadas se desmadran
entre sudor y algunas lágrimas;
pero siempre teniendo en cuenta que,
después de todo,
aquí no pasó nada.
Silencio, porque nos descubren.
Silencio, para que me entiendas.
El silencio que evoco es el secreto de la vida eterna.
El todo y la nada
que invaden la vida mía a cada momento,
llenándola, desbordándola de ti y de mí,
juntos.
Respiro y siento que vivo aquí dentro.
Soy libre pues, dentro de mi celda encarcelada.
La novela de mi vida
que no está restringida ya por nada.