miércoles, 13 de octubre de 2010

Así.

Contágiame vida,

de eso que llamas alegría, desenfreno,
que quiero yo hoy día salir,
salir de este encierro mimético,
violencia opacada por las estridentes metáforas
que intentan subyugarme con ánimos macabros.
Dame, dame una pizca de tu ironía,
de tu manera de burlarte de mí,
de ti,
porque somos uno.
Quiero yo también saltar a través de todo ese humo
que oscurece tus ojos marrones,
aquellos ojos que otorgan disimulo a la más desmarañada de las pasiones,
las pasiones, oh,
las que una vez desenvueltas nos hacen quienes somos,
por quienes luchamos y a quienes amamos.
En cuanto a mí,
pasión pura soy y no hay más que eso,
pasión, piel y unos cuantos cabellos regados al azar.
Y vacío lo demás.
Salto entre incongruencias mentales,
esas, mis favoritas,
mi persona personificada en palabras no pensadas,
plasmadas de una vez y sin retractar en este espacio
público-virtual.
Felizmente soy buena, muy buena me atrevo a decir,
soy capaz de convencerte casi de cualquier cosa,
de las cosas más espantosas que puedas oir,
soy buena,
tengo técnicas con el tiempo mejoradas,
masterizadas.
Ahora, libérate, libérame,
despójate de ropas, no las necesitas,
mucho menos yo.
La desnudez del cuerpo es,
a mi entender,
la ejemplificación que más se acerca al acto de ser humano,
y a mí,
a mí me gusta ser lo más humana posible,
me encanta,
siempre que sea asequible.
Recuerda cerrar la puerta tras de ti,
y mantener la voz baja,
que no nos lleguen a oir.

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