martes, 14 de diciembre de 2010

De lo vivido.

Por la vida que vivía allá arriba,
cuando dormía apaciblemente,
apaciblemente dormida entre nubes,
suaves, esponjosas,
que acallaban las penas gloriosas
de aquel mundo que tuvimos
y que se tuvo que ir.
Por el mar que se asoma,
dando el viento a las olas,
incansablemente,
como hacíamos ambos
en días, tardes y noches de verano,
un verano tremendo,
vivido plenamente.
Por la vez de la risa,
y las millones del semblante fruncido,
de los árboles caídos
y las hojas sin nido,
nuestra casa se agita con el pasar del tiempo,
por aquellos momentos que siempre hicimos nuestros,
por aquellos yo escribo,
para recordar el camino que hoy dejo
pero que algún día retomaré.
Desordenado,
destartalado,
amoratado,
enamorado.
Lo dejo hoy a plenitud,
retorna el pasado y el presente,
el presente retornará a futuro,
entre aquellos muros tan apretados,
que sirvieron de consuelo a los impulsos más descabellados
de dos vidas diferentes,
que una vez decidieron vivir juntas,
de manera permanente.
Yo no sé cómo despertaré mañana,
quizás con otro amor,
quizás en otra cama.
Sí, probablemente,
pero de la vida uno aprende,
y yo,
yo recién he comenzado.

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